Marrón oscuro casi negro.

Vivo en el número 51 de Edward Road, en una casita situada en los alrededores de St.James Street, una zona repleta de árboles gigantescos y pájaros parlantes, con farolas que parecen jorobados, personas que no sonríen demasiado y donde el viento silba con tono casi agudo.
La chica que vive en nuestra casa es una extraña joven del este, de tez pálida, nariz puntiaguda y cara de espíritu; que no es que haya visto ninguno todavía, pero, si existen, tienen que tener la misma jeta. De hecho, en ocasiones se me aparece como si de una Virgen iluminada se tratase, sin haberla escuchado venir antes!. Al principio pensaba que la muchacha era un poco tímida, pero la cosa va más allá de ser "inseguropacífico", asustadizo o blandengue, os lo aseguro...
Al lado de mi casa vive un gato, el señor Louie, que viene a visitarme cada mañana a la hora del desayuno, en especial los días en que estoy un poco triste.
Trabajo en una pequeña cafetería situada en Liverpool Street, donde el paso de los transeúntes es contínuo y donde el "toilet" o el "wc" está expuesto a todo el que lo necesite...
En tan sólo tres semanas que llevo en la empresa, creo que el dichoso lavabo se ha estropeado más de la tercera parte de siete, multiplicado por catorce coma dos y todo ello multiplicado otra vez por ocho y siempre por la misma razón: taponamiento u obstrucción del conducto del retrete.
El caso es que el otro día, en otro local que no es el mío y bien temprano, vi a un señor con aspecto grasiento, embutido dentro de un traje de chaqueta a rayas, zampándose un plato con huevos, bacon crujiente, mini judías con tomate y todo ello envuelto en una fétida fragancia de mantequilla achicharrada.
Y es que, desayunar un "english breakfast" cada mañana, sí tiene precio...
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