miércoles, 18 de mayo de 2011

Buenos días!, ¿en qué puedo ayudarle?



Trabajo en el Departamento de “Customer Service” de una empresa online española, y, desde entonces, mi vida ha entrado en una nueva dimensión.

De hecho, podría decir que he descubierto a una nueva Tribu Urbana: nuestros clientes.

Se caracterizan por gritar en vez de hablar, escribir todas las palabras que llevan “B” con “V” y todas las que no llevan “H” con ella, y, la gran mayoría, por tener el último tema de Bisbal, Luis Miguel, o, en el peor de los casos, de la canción más obscena de “Reggaeton”, como tono de llamada. 

El otro día, un señor contactó con nosotros porque desde hacía unos días tenía dificultades para acceder a la web, así que me dispuse a explicarle paso a paso y detalladamente lo que tenía que hacer. Ya desde un principio me percaté de que el hombre precisamente muy avispado no era, pero, en ese momento, tampoco imaginé que podía llegar a ser tan bruto, cafre, cenutrio, tarugo, zoquete, patán y salvaje irracional. 

Pues bien, después de estar casi toda la mañana para llevar a cabo los dos primeros pasos básicos, nos adentramos en el tercer nivel, que consistía en localizar en su teclado la tecla “asterisco”, sí, esa con forma de copito de nieve o de estrellita que se encuentra situada encima de la tecla 9 en la numeración que tenemos a la derecha, (porque claro, preferí pasar directamente de la que se encuentra situada compartiendo tecla con el 8 puesto que mi jornada de trabajo terminaba a las 5 pm). Pues bien, que el angelico no daba con ella, así que le aclaré que debajo se encontraba la tecla con el número 9, y parece que algo vio, porque, de repente, dejó de hablar y comenzó a emitir una especie de gemidos así como de macho semental. Aliviada, pensé que lo mejor era darle unos segundos mientras celebraba tan sagaz fenómeno, pero me pareció que tardaba demasiado, así que retomé la conversación preguntándole que si estaba todo bien, a lo que él me contestó que allí no había nada más que unas cosas raras, “así como electrónicas”...

…Y sí, resulta que el muy melón había arrancado la tecla y estaba buscando, literalmente, debajo de ella...

sábado, 14 de mayo de 2011

amor, roma, mora, ramo, omar...

Y de nuevo, la persona equivocada.

Sospecho que mi problema reside en que creo tanto en el amor y en encontrar a mi media naranja, que de lo que realmente me enamoro es del amor y no de la persona, o algo así, o qué se yo.

El caso es que de nuevo he vuelto a hacer las maletas, empujada por esa fuerza y esa vocecilla que a veces y por pura holgazanería, porque no me digáis que no da pereza reconocer ciertas cosas y recoger el campamento, no escuchamos o no queremos escuchar.

Y cuando ves que lo has hecho de nuevo, aún así, tienes esos momentos de vértigo que te hacen dudar y pensar que quizás deberías volver, porque, al fin y al cabo nos queríamos oye, y además, es mucho más cómodo…

Pero no, es como cuando tu profe de natación te decía al hacer amneas que si pasabas esos segundos que te hacían sentir que te ahogabas debajo del agua, de repente, volvías a ser capaz de aguantar por mucho más tiempo.

Y así es.

Lo cierto es que yo pienso seguir creyendo en ese amor como el de "las pelis" y soñando con ese ser que, cuando aparezca, me haga sentir que por fin, he encontrado el camino a casa.