Trabajo en el Departamento de “Customer Service” de una empresa online española, y, desde entonces, mi vida ha entrado en una nueva dimensión.
De hecho, podría decir que he descubierto a una nueva Tribu Urbana: nuestros clientes.
Se caracterizan por gritar en vez de hablar, escribir todas las palabras que llevan “B” con “V” y todas las que no llevan “H” con ella, y, la gran mayoría, por tener el último tema de Bisbal, Luis Miguel, o, en el peor de los casos, de la canción más obscena de “Reggaeton”, como tono de llamada.
El otro día, un señor contactó con nosotros porque desde hacía unos días tenía dificultades para acceder a la web, así que me dispuse a explicarle paso a paso y detalladamente lo que tenía que hacer. Ya desde un principio me percaté de que el hombre precisamente muy avispado no era, pero, en ese momento, tampoco imaginé que podía llegar a ser tan bruto, cafre, cenutrio, tarugo, zoquete, patán y salvaje irracional.
Pues bien, después de estar casi toda la mañana para llevar a cabo los dos primeros pasos básicos, nos adentramos en el tercer nivel, que consistía en localizar en su teclado la tecla “asterisco”, sí, esa con forma de copito de nieve o de estrellita que se encuentra situada encima de la tecla 9 en la numeración que tenemos a la derecha, (porque claro, preferí pasar directamente de la que se encuentra situada compartiendo tecla con el 8 puesto que mi jornada de trabajo terminaba a las 5 pm). Pues bien, que el angelico no daba con ella, así que le aclaré que debajo se encontraba la tecla con el número 9, y parece que algo vio, porque, de repente, dejó de hablar y comenzó a emitir una especie de gemidos así como de macho semental. Aliviada, pensé que lo mejor era darle unos segundos mientras celebraba tan sagaz fenómeno, pero me pareció que tardaba demasiado, así que retomé la conversación preguntándole que si estaba todo bien, a lo que él me contestó que allí no había nada más que unas cosas raras, “así como electrónicas”...