martes, 22 de noviembre de 2011

V de vinagreta.

Cuando era pequeña me gustaba comerme los mocos. También pintar árboles con mi propia boñiga. Me relajaba coger mi almohada relamerla con saliba y quedarme en el limbo oliendo el delicioso aroma de ésta cuando se secaba. Además soñaba con tener pilila.
Pero fui creciendo.
Y todas esas cosas maravillosas fueron perdiendo mi interés.
Fue entonces cuando descubrí a Don Pin Pon, Michael Jackson y los mocos de elefante.
Luego vinieron las primeras dudas existenciales, "cuál es mi color preferido?", "quién me gusta más Jorge, el hijo del "profe", o Federico, el hijo del alcalde?",  o "dónde puedo masturbarme sin que mi madre me pille esta vez?"...
Después llegó el voleiball, los partidos de los sábados, los capítulos de Juana y Sergio y las tardes grabándome mis cintas de varios, donde al final de cada canción se podía escuchar un suculento PFFZZRR!!!...
Todavía no sé exactamente como lo hacían mis hermanas para que a ellas no les pasara...
Seguidamente llegaron los granos en la cara, la primera regla y con ella, la segunda duda existencial, "en realidad mola hacerte mayor...?"
Las noches sin dormir pensando en el examen de El Quijote, los putos números primos, el pretérito pluscuamperfecto o si la vida es sueño...
Entonces llegó la época dorada, donde empecé a saborear mi libertad estudiando lo que yo quería y fuera de casa.
A consecuencia de ello, las fiestas, las fiestas, las fiestas y las resacas...
Después el moverte a una gran ciudad donde te crees que vas a encontrar tu sueño dorado, o por lo menos a ti misma, el no encontrarlo, el seguir buscándolo y seguir sin encontrarlo, el perderte, medio encontrarte, volverte a perder, uy esta habitación no es la mía, quién coño es este! ir a por tu bici y en lugar de ésta un papelito de esos que ponen los polis malos, el poner cara como de que no pasa nada, el estar deseando salir del bar donde curras para sentarte en la barra y beber hasta perderte otra vez, el irte a hablar con el mar a ver si él puede hacer algo, el desear que llegue el hombre de tu vida para que te salve de todo esto, el que llegue y todavía sea aún peor, el descubrimiento del sushi, tu primera cuenta de correo electrónico, el pensar que nada podía ser mejor que el myspace y ahora ni siquiera lo abres aun cuando te mandan una notificación por email de que alguien te ha enviado un mensaje, los días enteros tirada en el sofá, la sensación de que no pasa nada porque todavía tienes veintitantos...
Y de repente, así sin avisar ni nada, llegan los 30.
Y con ellos el sentimiento de que no has hecho nada en la vida, de que tu culo crece por momentos, de pensarte las cosas un millón y medio de veces, el descubrimiento de esos tan malos llamados Iluminosequé,  el que ello te lleve a pensar que hasta Paulo Cohelo sea uno de ellos, el yoga, la meditación, (lo mismo de lo mismo), el calendario maya, el fin del mundo, la política, los supercalifragilisticopoliticosos, el darte cuenta de que cada vez tienes menos sueños, o quizás menos fuerzas, o quizás ninguna de las dos, el calentamiento global, el dudar hasta de si los desastres naturales también están manipulados, el que se te hayan quitado hasta  las ganas de tener hijos...
y con ello, la tercera duda existencial, "realmente tiene algo de sentido todo esto...?"